La Fuerza de la Reciprocidad: Lecciones desde la Orquesta

La reciprocidad, una fortaleza incalculable

En mi primera infancia mis padres me regalaron juegos para el patio, recuerdo una calesita, una hamaca y un hermoso sube y baja. Como mi hermano Pablo aún no había nacido, para utilizar el sube y baja necesitaba invitar a alguien a jugar, sino era imposible de utilizar ya que es un juego de equilibrio, coordinación y reciprocidad.

La reciprocidad es un valor que implica cooperación y confianza para la construcción y el desarrollo de las relaciones humanas.

Podemos vivenciarla cotidianamente en ayudar a aquellos que nos han ayudado, respondiendo positivamente a las acciones de cariño que dan como resultado la confianza mutua.

En la practica la reciprocidad queda en evidencia cuando hay ayuda mutua, de esta manera el amor propio de las partes involucradas crece y se fortalece en base a vínculos justos entre lo que se da y se recibe.

Su base es el principio ético: trata a los demás como te gustaría ser tratado, esa famosa y trillada frase llena de verdad.

Esto activa el dar y recibir con alegría porque quienes NO lo aprenden e internalizan recibirán con culpa, y allí se esfuma la alegría.

 

EN EL ÁMBITO ORQUESTAL SE APLICA DESDE EL DÍA 1 LA RECIPROCIDAD, COMO PRINCIPIO ACTIVO QUE RIGE LAS ACCIONES MUSICALES Y SOCIALES QUE SE DESARROLLAN.

 

El préstamo del atril es un ejemplo ideal para poner en práctica este principio. Hay niños que tienen su atril propio y otros que no tienen la posibilidad económica de adquirirlo, entonces mientras uno arma el atril para dos, el otro busca la carpeta y comparte la partitura, uno coloca las sillas y el compañero de atril coloca la resina a los arcos, uno acomoda las sillas y el otro coloca las maderitas para asentar el puntal de los violonchelos, los alumnos monitores (avanzados) ayudan a los más pequeños a afinar sus instrumentos, mientras los peques aprenden como se realiza el proceso de afinación , regalando un tierno abrazo de agradecimiento o una sonrisa llena de alegría que llena el alma de los involucrados en esa actividad.

Educar en la reciprocidad, aprehenderla y ponerla en acciones, nos hace seres humanos completos, porque la energía empleada en el otro nos nutre y juntos fortifican las relaciones interpersonales.

 

Prof. Emilce Jacobchuk

 

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