Alguna vez… ¿has percibido que tu trabajo es insuficiente, cuando lo comparas con el de otra persona?
Esa sensación puede presentarse a lo largo de la carrera profesional, al momento de realizar evaluaciones institucionales, balances económicos y el desarrollo de metas personales.
Una idea viene a mi mente cuando atravieso esos momentos, y lo comparto porque es posible que te ayude:
Todos tenemos semillas en nuestras manos, que son el conocimiento, trabajo y esfuerzo que realizamos para llevar a cabo la obra. Esa semilla cae en un terreno, y muchas veces, ese ámbito, hace la diferencia!
Hay proyectos que se desarrollan a una velocidad estrepitosa, otros que a pesar de ser meticulosamente armados y cuidados, tienen un rendimiento pequeño y desarrollo muy lento, porque las condiciones sociales, económicas y culturales, son variables que aceleran o atrasan los procesos de crecimiento.
No es lo mismo sembrar entre piedras, en un lugar árido y con poca agua, que en una tierra húmeda y con un clima benévolo, para el crecimiento de esa planta incipiente.
Recuerda que somos responsables de cuidar y hacer crecer aquello que Dios puso en nuestras manos. Aunque los comienzos sean pequeños, el crecimiento sostenido hace la diferencia a la vuelta de la vida.
¡Nunca decaigas!
Tu trabajo es valioso, único y especial en este mundo, porque ¡eres tú!
Con todo mi cariño,